CASERO PERO RENTABLE
Por José Ignacio Quezada
Si retrocedemos 15 años atrás, un viernes por la noche, el panorama típico era caminar con tu grupo de amigos para arrendar una película de terror al ya desaparecido BlockBuster. Scream, El Aro, Destino Final eran algunos de los títulos que marcaron una época para la generación que creció en los primeros años del nuevo milenio. El Proyecto de la Bruja de Blair también fue alternativa en los pasillos de los videoclubs, que se caracterizaban por acoger largas discusiones para saber cuál película sería la elegida.
Heather, Joshua y Michael son tres estudiantes de cine que deciden hacer su tesis en la localidad de Burkittsville, que antes era llamado Blair. La razón de hacerlo allí radica en la leyenda que data desde 1785. La famosa “Bruja de Blair” fue acusada de hechicera por los habitantes y posteriormente fue asesinada. Al interior del bosque de Burkittsville, es donde la mujer todavía parece penar. Los estudiantes deciden grabar su documental para comprobar que en esa zona suceden cosas paranormales.
Los habitantes del pueblo son los encargados de contextualizar la leyenda la bruja frente a la cámara. Algunos son escépticos, pero otros afirman haber visto a una anciana que flota en el aire. Los jóvenes aparcan el auto en la entrada del bosque y comienzan a marchar con la intención de registrar todo lo que ocurre con dos cámaras: una profesional y otra casera. Acampar un par de días es el objetivo, pero extraños hechos cambian los planes de estos estudiantes que se ven enfrentados en carne propia a la famosa leyenda del siglo xviii.
El Proyecto de la Bruja de Blair (1999) es la opera prima del director cubano (naturalizado estadounidense) Eduardo Sánchez, quien convirtió esta cinta completamente casera en un horror psicológico de buen nivel. Los papeles principales actuaron con sus nombres reales, algo poco común en el cine. La interpretación de los personajes es clave en una historia que verdaderamente rosa con la realidad. Los momentos tensos del filme logran creer que lo que se está viendo es un registro audiovisual completamente real.
La película de terror tiene la particularidad de ser la más exitosa -en términos de ganancias- del cine, ya que la inversión fue de 23 mil dólares aproximadamente y lo que recaudó bordea los 500 mil. Hecho que le da un récord que demuestra la originalidad de la idea del director. Con pocos recursos, logró crear un material que causa buenos momentos de suspenso y horror. La cinta fue realizada por sus mismos actores, Josh es el encargado de la grabación del documental (imagen en blanco y negro), Heather registra todo lo que ocurre fuera de cámara y Mike es el sonidista.
Hemos visto que el cine de terror ha mutado bastante en comparación al escenario de 20 años atrás. Si antes Chuky, Halloween o Saw eran las películas más populares, donde estaba presente el arma blanca, el asesino en serie, la tortura y la venganza; ahora, el suspenso y lo paranormal se ha tomado el género del terror. El Proyecto de la Bruja de Blair aparecía, en su año de estreno, como algo nuevo y rupturista en este estilo de cine. La sangre fácil y la matanza a destajo no tiene cabida en esta filmación, que logra generar un ambiente tenso sin utilizar estos recursos propios del cine de terror.
Resulta complejo evaluar la calidad de una película que fue estrenada hace ya casi 20 años, porque el paradigma de cómo generar susto ha cambiado. Viendo por segunda vez esta pieza de cine independiente, creo que con tan poco presupuesto se concreta una película que en su tiempo supo dar en el clavo.
Elementos como el plano secuencia, diálogos tensos y actuaciones sencillas, sirvieron mucho para generar conexión con el espectador. Este terror sutil se supo acomodar a un género inundado por la sangre, y estoy seguro de que, en su tiempo, logró dejar a más de algún adolescente durmiendo con la luz prendida.
Ficha:
Año: 1999
Director: Eduardo Sánchez
Duración: 81 minutos
Género: Terror psicológico
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