La decepción de Recoleta
Me bajo del metro. Estación
Patronato. A medida que subo las escaleras hacia la superficie, la voz de
vendedores de diferentes nacionalidades promocionando sus productos a viva voz,
va en aumento. Al momento de salir estas se mezclan con el ruido de micros y
autos que pasan por avenida Recoleta. Las bocinas, gritos, gente con bolsas que
va conversando y el ruido de zapatos caminando aceleradamente le entregan
velocidad a este lugar. Todo es rápido aquí, en el Barrio Patronato, conocido
por la venta de vestuario, donde la multiculturalidad es protagonista.
Camino por Santa Filomena
buscando un lugar para almorzar, y las opciones son variadas: Comida china,
árabe, peruana y las infaltables picadas
de completos o comida chilena, además de carritos dispuestos en plena calle
donde también venden completos, o ensalada de frutas.
El día está gris, y nada me
convence. Las calles son sucias, y los locales de comida que veo me dan la
misma impresión. Me doy toda la vuelta y salgo nuevamente a avenida Recoleta.
Un local me llama la atención:
Los Arcos de Recoleta, dice en grande con luces de neón verdes. El lugar me
recuerda a los locales que están en el portal Edwards, por las cartas afuera
luciendo imágenes de almuerzos como cazuelas, arroz con chuletas y ensalada a
la chilena, así como también variados sándwiches, entre ellos churrascos y sí,
completos.
Al entrar, por un lado del local
hay una barra y del otro butacas, formando un pasillo que finaliza con varias
mesas dispuestas frente a un televisor en la pared del fondo del local, donde
se puede ver una teleserie brasileña de la hora de almuerzo. Hay muchos arcos
en la estructura del local, de ahí viene el nombre, supongo. En el fondo
también hay un espejo, que repite el nombre con luces verdes de la entrada.
Al ver la carta, veo que cada
comida veía con un bebestible, que podía ser un shop de cerveza Cristal, o una
bebida. Veo un plato cuyo nombre era el mismo del local y decido pedir eso. Pizza
Arcos, más un vaso de Limón Soda.
Mientras espero observo el lugar:
Las butacas están rotas y son pequeñas, realmente pequeñas. El servicio que el
garzón dejó en mi mesa está sucio, la mesa y las paredes también. El local es
antiguo, lo noto por la grasa que está adherida a la parte más alta de las
paredes, donde se han ido pegando pelusas. Las sillas de las mesas también son
antiguas, porque suenan cuando la gente se sienta. Justo al lado mío hay un
parlante gigante, donde está sintonizada la Radio Candela, y los temas que se
escuchan son variados: reggaetón, bachata y pop.
La comida demoró muy poco, cinco
minutos como máximo. La presentación es básica y deja bastante que desear. Un
plato pequeño, donde se ve una mescolanza extraña de ingredientes: Masa de
pizzeta, queso, jamón, tomate y una aceituna negra encima. Hasta aquí se
escucha como una pizza napolitana, pero luego
viene un churrasco entero puesto encima, con palta y mayonesa, mucha mucha mayonesa,
además de orégano.
Intento sacar un poco de mayonesa
y me llevo un trozo a la boca. Lo analizo y ya tengo mi veredicto: No hay nada
de delicioso en lo que propone este plato. La palta está sumamente ácida, el
tomate se nota un poco pasado, lánguido y de color rojo oscuro. Es difícil
saborear otra cosa que no sea mayonesa, y hay que llevar una lupa para encontrar
el queso, que también se nota que no está fresco. Incluso los olores que genera
esta mezcla de ingredientes me parece desagradable, por el jamón que creo, que
tampoco se ve fresco.
Quizás la idea de fusionar una
pizza napolitana con un churrasco italiano parecía innovadora, pero la calidad
de los ingredientes y el cómo se encuentran dispuestos sobre la masa es el
error.
Este local se veía como una
promesa de cocina criolla, por su ambiente y los platos que ofrece, pero más
bien fue una decepción que me dejó con dolor de estómago.
Pido la cuenta y al rato aparece
el garzón: “$3990 serían. No está
agregado ningún tipo de propina, eso es cosa suya”.
Lo único rescatable fue la
atención. El garzón fue bastante cordial, preguntando cada tanto si necesitaba
algo o si estaba todo bien y lo rápido que llegó la comida, aunque esto también
puede ser una señal de que estaba lista hace ya mucho rato, y por eso lo poco
fresco.
Al salir, la Radio Candela va quedando atrás y el protagonismo lo
vuelve a tomar los gritos de los
comerciantes. La multitud de gente me agobia
un poco, así que entro rápidamente al metro, aun
sintiendo el sabor de la mayo
que me acompañó largo rato.
Por Irma Fernández
Nombre: Los Arcos de Recoleta
Dirección: Av. Recoleta 267, Recoleta, Santiago
Horario de Atención: 10 am a 9 pm
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