Nombre: “El Mote Chileno”
Dirección: Frontis Centro Comercial Persa Estación, Av Libertador Bernardo O'Higgins #3410, Santiago, Estación Central, Región Metropolitana.

“El Mote Chileno”: cuando caen los patos asados

Un clásico del verano, un infaltable para aquellas tardes calurosas. Más de alguna vez nos hemos visto desesperados bajo un inclemente sol que saca nuestro instinto de supervivencia. Ese que nos hace implorar por un vaso de agua. Más bien por cualquier tipo de líquido disponible. Es sabido que la cerveza es uno de los favoritos para capear el calor, pero si hablamos de la bebida preferida de los chilenos, está lejos de ser una bebida alcohólica.

El mote con huesillos juega doble. Se trata de un postre elaborado con mote de trigo, duraznos deshidratados y jugo acaramelado, generalmente endulzado con chancaca. Tan refrescante como saciador, de ahí su popularidad. Un emblema de la cocina tradicional chilena.

Uno de los primeros acercamientos que tuve con el mote con huesillos, fue sin huesillos. Mote con agua tibia o helada - dependiendo de la temporada - más azúcar a gusto era lo que me daba mi madre durante mi infancia como postre o como bocadillo entre comidas. Para un paladar inexperto, manjar de dioses. Los años pasaron, y poco a poco fui descubriendo la versión original, la misma que se puede encontrar en restaurantes, pero sobre todo en carritos especializados en su venta y preparación.

Caminando desde el Mall Plaza Alameda con dirección al metro Estación Central, varias veces me detuve frente al Persa Estación, pero no para vitrinear o comprar ropa. La comida al paso es una de la ventajas adicionales que esconde este sector, siendo un carrito de mote con huesillos la parada obligada en el recorrido.

“El Mote Chileno”, así se se llama este carrito. Está ubicado en el frontis del Persa Estación, entre dos puestos dedicados a la venta de vestuario, por lo que es muy difícil de ignorar. Un toldo verde protege sus insumos del calor, sin embargo, lo destacable de esto es que fueron ubicados, generosamente, seis asientos para quienes no tengan apuro y quieran refrescarse bajo la sombra, algo tan difícil de encontrar transitando por la Alameda a esa altura.

Las opciones disponibles son las de costumbre. Vaso grande, chico o mediano. Yo pedí la versión mediana, la que me costó mil pesos. Sus precios son muy similares, si es que no iguales a los de la competencia. El siguiente paso guiado por la vendedora fue seleccionar el contenido del vaso. Mote con huesillos era lo que quería, y precisamente lo que me ofrecían, pero tenía la opción de pedir sólo jugo, mote con jugo, o mote con jugo y huesillos. Como quería la experiencia completa, me incliné por la versión clásica.

La preparación fue muy rápida, y como no andaba apurada, me senté por un rato en una de sus banquitas. Mote, luego el jugo y por último los huesillos, en ese orden se fue ensamblando mi pedido. Lo primero que hice fue beber el jugo directamente desde el vaso. Refrescante y delicioso. Me sentía muy satisfecha con la elección, pues ya me había sucedido antes que ante el típico calor insoportable de Santiago, terminaba comprando agua - mejor dicho, hielo - mineral a algún vendedor ambulante en el metro.

La canela y el dulzor de la chancaca me invitaban a cucharear el fondo del recipiente. La consistencia del mote estaba perfecta. Ni muy blando ni muy duro. Mientras los huesillos, el broche de oro de esta receta, casi se derretían en la boca, como tornándose en mermelada de durazno. 

La verdad es que nunca he tenido una mala experiencia con el mote con huesillos. Las variables de su fórmula son muy limitadas, por lo que no deja mucho espacio para el fracaso. Sin embargo, es bonito saber que el trono del “mejor mote con huesillos”, una preparación tan típica chilena, puede ser compartido por tantos. Una alternativa infalible ante un calor inclemente.

Por: Carolina Velásquez Nilo

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