Las Cruces, un documental con matices de Cine Arte

Título: Las Cruces
Año: 2018
Directores: Teresa Arredondo y Carlos Vásquez Méndez
Género: Documental
Duración:  73 minutos.


Este jueves ocho de noviembre se inició el Festival de Cine Documental de Santiago (Fidocs), en  donde se  exponen trabajos nacionales e internacionales, que compiten en las categorías Competencia Internacional, Competencia Nacional y Competencia Internacional de Cortometrajes Monsieur Guillaume. El Festival, que dura hasta el miércoles 14 de noviembre tiene lugar en distintas salas de cines y auditorios de Santiago.

Mi elegida para esta semana fue “Las Cruces”, dirigida por Teresa Arredondo y Carlos Vásquez Méndez, la cual fue exhibida en la Cineteca Nacional. El audiovisual, que tiene una duración de una hora y cuarto aproximadamente, cuenta el caso de un crimen en la época de dictadura, que al igual que muchos otros sigue sin ser resuelto.

Días después del golpe de estado, en septiembre de 1973, un grupo de 19 trabajadores, la gran mayoría de la papelera CMPC, desaparecieron después de haber sido arrestados. Sindicalistas u obreros asociados a partidos de izquierda, fueron asesinados brutalmente por carabineros, quienes tenían un pacto de silencio hasta hace pocos años. Este documental, a través de los archivos de la investigación que aún sigue abierta, vincula esta matanza con la participación de CMPC, empresa que aún tiene gran prominencia en la zona.

La historia, está compuesto por ocho relatos de uniformados de Las Cruces y San Rosendo, sacados de archivos fiscales de la investigación del caso. “Queríamos pasar por el absurdo, por el horro. En Chile falta un poco profundizar en que pasaba por la cabeza de los victimarios”, afirma Carlos Vásquez, en una ronda de preguntas organizadas por Fidocs al termino del filme

Las Cruces, se convierte en un  viaje onírico en el que los márgenes entre el género documental y el cine arte son muy difusos. La voz en off, característica de los documentales clásicos se hace presente durante a lo largo del filme, es más, en ningún momento se muestra a alguien hablándole directamente a la cámara, y aparece muy poca interacción humana.  Si no hubiese sido por este recurso, abría olvido a ratos que se trataba de un documental. Las imágenes, que están compuestas por una estética pálida, lúgubre y fría, le otorgan una delicadeza pura al tratar un tema tan doloroso.

Una decisión arriesgada con respecto al carácter poco marketeable del cine arte, a lo que el director Carlos Váquez defendió el trabajo afirmando: “no queríamos condicionarnos al formalismo del documental”. Por su parte, Teresa Arredondo, también directora de este trabajo, afirmó que decidieron que los relatos iban a ser leídos por gente común del pueblo y no por familiares de las víctimas ya que no querían “ser usados”, como ellos mismos abrían expresado.

Con respecto a la duración, creo que había muchas tomas para contextualizar el lugar, pero que no tenían un relato para orientarla. A los cuarenta minutos, el recurso de la cámara fija grabando 25 segundos de paisaje sin voz en off, repetidas veces, se hacía un poco cansador. Si bien se captura la atmósfera del pueblo, pausas tan largas y reiteradas, se hacían una espera agotadora para el espectador. Cuando la cámara estaba en movimiento, el viaje volvía a tener un poco más de ritmo.

Como trabajo final, Las Cruces logra ser un recorrido bello, melancólico y onírico, que logra visibilizar un crimen sanguinario, como tantos otros casos, producido por la crueldad de la Dictadura, y que además tuvo suceso en un lugar recóndito. A través de elementos poco comunes en el género documental, logra crear una atmósfera sepulcral y desolada. Un trabajo respetuoso, sensible, y desligado de lo formal.

Por Valentina Arévalo


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