The Doors: La seducción de los días extraños
Por Valeria Pinto Arellano
No esperaron siquiera un año. Ni la mitad. Tan solo cinco
meses fueron la diferencia entre el salto al estrellato de The Doors con su álbum
debut y su segundo trabajo titulado Strange
days. Toda la armonía de los ’60 se hace notar en este álbum que, a pesar
de estar sumergido en una generación donde la psicodelia ya no era un cuento
nuevo, logra perpetuar el sonido característico de la banda: único e imposible
de imitar.
Evitando que el público lo empezase a considerar un sex symbol,
Jim Morrison decidió no aparecer en la portada de su segundo disco, dando paso
a una de las mejores carátulas en la historia del rock. Personajes circenses
con tintes grotescos, son la cara visible de uno de los clásicos mundiales, quizás
menos valorados en su momento.
La poderosa voz de Morrison, la apetecible guitarra blusera
de Robbie Krieger y por sobre todo, los psicodélicos y magníficos teclados de
Manzarek, que sinceramente, constituyen el alma de los Doors, lograron crear
una obra cautivadora, fascinante, llena de melodías atrapantes que no te sueltan
hasta que se produce el silencio del cambio de canción.
A pesar de responder a la fórmula media popera de no superar
los tres minutos por canción, The Doors nos presenta este producto de una
manera oscura y deslumbrada, embriagándonos con cada canción de una manera tan
intensa que, en el momento en que se acaba un trac, es como si fuéramos atacados
por un vaso de agua fría rogándonos volver al planeta tierra.
La poesía del disco aparenta estar envuelta en sentimientos
pesimistas e incómodos, como si intentasen mostrarnos que se sienten excluidos por
lo externo. De esta manera hablan desde
la tristeza y soledad de las personas extrañas. No es para nada una casualidad que
la carátula muestre personajes bastante deformes. Lo que el disco quiere
transmitir es empatía con esa sensación -muy común por lo demás-, de no formar
parte, de ser una persona rara.
El disco inicia con Strange
days, impregnada de un órgano circense bastante melancólico, acompañado de
una melodía tan sabrosamente extraña, mágica y sobrecogedora. Se trata de una
pieza digna iniciar, para darnos cuenta de cómo será el ambiente del álbum. Luego
viene You’re Lost Little Girl, la
cual inicia con Lubahn tocando un oscuro riff de bajo que da pie a una canción
bastante melancólica, siguiendo la línea del disco completo. La letra también
juega un papel fundamental, ya que se tiene constantemente a Morrison hablándole
a una mujer y diciéndole reiteradamente que se encuentra perdida.
En este momento aparece, a juicio personal, la capital del
álbum con Love Me Two Times, canción
que se adueña de uno de los riffs más pegadizos y potentes que he escuchado.
Este tema constituye una excepción a la línea que sigue el disco, ya que se
desenvuelve en una atmósfera mucho más optimista y juguetona. El solo de
teclado genera un caos armónico tan agradable que nos deja con los pelos de
punta gracias a la tensión.
Unhappy girl, Horse
Latitudes y Moonlight Drive, devuelven
al oyente la melancolía propia del disco, trayéndonos de vuelta del disparatado
viaje de Love Me Two Times, y reubicando
nuestra mente en la tristeza del álbum.
A continuación aparece una de las canciones más conocidas de
The Doors, People Are Strange, otra melodía irresistible, sensual, oscura y
extraña, haciéndole honor a su nombre. La guitarra se transforma en una nave de
placer que nos enseña que lo siniestro y triste puede ser una de las cosas más
agradables de deleitar a la hora de escuchar una canción. La letra hace
justicia a la idea principal del disco “When
you’re Strange / No one remembers your name”.
El disco finaliza con When
The Music’s Over, gran título para terminar el ciclo retorcido del álbum.
Muchas personas la han comparado The End
por su extensión de casi once minutos. Sin embargo, siento que esta es mucho más
musical. La batería es realmente genial cuando se condice con el órgano que
suena constantemente. Me encanta la forma en que los instrumentos parecieran
diluirse poco a poco hasta que, de un momento a otro, Morrison grita “NOW!”. En este punto la música se torna
violenta y la vida vuelve a la canción. Es como un choque de electricidad que
le da vida a un disco que se torna tristón, pero que se las arregla para
terminar arriba y triunfante.
Ficha técnica
Artista: The Doors
Álbum: Strange days
Año: 1967
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