Todo a última hora: Champiñones rellenos
Me
pasa, más de lo que me gustaría admitir, que olvido cocinar algo para picotear
cuando vienen visitas a mi casa. Especialmente cuando se trata de situaciones
para cahuinear y ponernos al día con amigos.
Entre
las miles de opciones que tengo para una solución rápida y simple, incluido la opción de llamar a un delivery,
prefiero cocinar algo, aunque sea apurada. Porque el esfuerzo siempre se
aprecia, además, es más barato.
Revisé
mi refrigerador y encontré pocos ingredientes, entre ellos, champiñones, una
menta que compré hace mucho tiempo y nunca la usé, cecinas para el pan y leche, quizás debí haber ido al supermercado.
En
eso, recuerdo un aperitivo que mi tío siempre nos sirve para los cumpleaños y
las fiestas familiares: champiñones rellenos. Una delicia que la rompe en
nuestras reuniones entre primos, tíos y abuelos y nos pone contentos para
seguir picoteando.
“¡Estamos
ready!” pensé y felizmente saqué
todos los champiñones que encontré, chicos, grandes, blancos y medios cafés.
Los destallé súper rápido, dejando sólo las cabezas boca arriba sobre la
bandeja del horno. Luego, los metí todos a una bolsa de plástico pequeña, en la
misma rocié un poco de aceite de oliva y los agité suavemente, porque con lo
delicados que son no quería que se rompieran.
Una vez bañados en aceite los dejé reposar sobre la
bandeja, era hora de preparar el relleno. Rompí un par de huevos en una medidora y los mezclé, aliñé con sal y pimienta para dármelas de Master Chef,
porque obvio, los condimentos son esenciales para un plato de alta categoría
como este.
Corté en trocitos unas torrejas de jamón colonial y de
queso que descansaban en mi refrigerador, igual usé poco, porque mi guarnición
de champiñones no era numerosa. En eso, encendí el horno. Seré principiante, pero mi abuela siempre me dijo que el horno hay que calentarlo antes de cocinar
algo ahí, lección que aprendí luego de unos cuantos queques fallidos.
Procedí a lo esencial, rellenar. Vertí un poco de huevo
dentro de los champiñones, acto seguido, les eché mucho queso, porque, seamos
honestos, ¿a quién no le encanta el queso derretido por montones? Finalmente
agregué el jamón, dejándolo arriba no sólo porque me parecía bonito el
contraste de colores, sino porque queda rico sobre el mar de queso derretido y,
cuando lo metes al horno, agarra un color bonito cuando se dora.
La construcción de mi creación estaba lista, ¿cuánto tardé? Apenas 10 minutos, lo sé porque en la televisión del living, que se escucha desde la cocina, estaban dando un episodio de "Friends" y ya iban por la mitad. Graciosamente, era el capítulo cuando Rachel se equivoca al hacer una torta y le agrega carne. Metí la bandeja al horno y esperé con todas mis ganas no ser tan desastrosa como el personaje de la sitcom.
15 minutos a 200° grados celcius, quizás hubieran sido
menos si subía la temperatura, pero preferí no
arriesgarme. En una de esas me pasaba lo que a muchos monitos de la tele y
hasta se me quemaba la cocina.
Me quedé todo el rato mirando el horno, en verdad desconocía en cuánto tiempo se daba la cocción. Intenté llamar a mi tío y preguntarle, como aquellos que llaman a la mamá para preguntarles cómo hacer arroz, pero no me contestaba. Mientras esperaba a que el queso se derritiera y el jamón se dorara, disfrutaba de unos memes y revisaba a cada rato el proceso de horneado.
Me quedé todo el rato mirando el horno, en verdad desconocía en cuánto tiempo se daba la cocción. Intenté llamar a mi tío y preguntarle, como aquellos que llaman a la mamá para preguntarles cómo hacer arroz, pero no me contestaba. Mientras esperaba a que el queso se derritiera y el jamón se dorara, disfrutaba de unos memes y revisaba a cada rato el proceso de horneado.
Cuando estuvieron listos, retiré la bandeja del horno y con
una espátula los serví en un plato, los rocié con un poco de orégano, para
darle un toque más profesional, y dejé que reposaran mientras llegaban mis amigos.
Sentía el delicioso olor emanando de mi creación y casi caí en la tentación de
comérmelos todos cuando llegaron mis invitados. Abrimos unas cervezas y entre
nuestras conversaciones vaciamos el plato, los champiñones fueron un exitazo.
Quedaron exquisitos, no sólo lo digo yo, mis invitados lo
confirman. Así que, queridos lectores, les invito a intentar esta simple receta,
para quedar como un anfitrión de oro.
Por Soriana Núñez
Champiñones rellenos al horno
Ingredientes:
Champiñones
Queso gauda
Jamón colonial
Huevos
Pimienta
Sal
Orégano
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