Increíble pero cierto, chorrillanas que decepcionan


Por Irati Yarza Iriondo




Jueves por la tarde, último mes del intercambio, último mes en Santiago de Chile. Ya son varias semanas las que estamos cenando todos os de la casa juntos, es nuestra forma de sentirnos unidos, alrededor de una mesa entre risas y acompañado de buena comida. Pero esta vez no fue así. Es difícil elegir una cena a gusto de todos, más aun siendo doce personas y de diferentes países.

Después de una larga discusión entre todos porque algunos querían ir a un restaurante vietnamita en Patronato, otros a un restaurante chino en República y otros a un restaurante italiano en Providencia acabamos en un restaurante vegetariano chileno en barrio Brasil.

El Chancho Seis se encuentra en Huérfanos 3025 con Maipú, Región Metropolitana. Abre todos los días excepto los lunes (todo el día cerrado) y domingo por la tarde. Lo especia de este es que en vegetariano, pero la elección fue un gran error.

Decidimos quedarnos a cenar en el barrio porque se nos hizo tarde y si salíamos lejos tendríamos que volver en Uber y con eso el gasto sería mayor y más absurdo de lo que ya fue. Tras treinta minutos de caminata por unos callejones bastante oscuros y con muy poca gente a fin llegamos al local. No es un lugar muy transitado y el local tampoco parece muy conocido. Al entrar vimos que solo había una pareja cenando en todo el local, lo que causo la primera mala impresión de mis compañeros. Sukaina es la persona que con la que comparto todo en esta casa, por eso después de la cena estuvimos gran tiempo comentando lo decepcionante que fue todo.
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  ¿Qué fue lo primero que pensaste al llegar a El Chancho Seis?

Una amiga del intercambio fue quien lo recomendó. Ella ya había estado antes tomando unas chelas pero no se había quedado cenando, y como se quedó con las ganas nos lo recomendó para ir. El local me pareció precioso, es muy chill. La decoración es muy bohemia incluso hippy, un tanto acogedor aunque nos sentaran en la primera mesa en frente de la puerta teniendo todo el restaurante libre. Al fondo había unos sofás y me habría gustado poder elegir donde sentarnos, aunque no se pudiese en los sofás, al menos algo más apartado de la entrada. Lo que más me gustó de la decoración fue la carta. Estaba hecha a mano con cartón y papel reciclado, muy original. Pero si mal no recuerdo una de las cartas que nos dieron estaba mal escrita y la parte de las pizzas estaba repetida y no estaban los 
entrantes por ninguna parte.

-          ¿Y la comida?


La elección fue muy sencilla. Fuimos allí especialmente porque nos apetecían chorrillanas. Había dos tipos: veganas y vegetarianas, la única diferencia era que las vegetarianas tenían huevo  así que claramente como nadie era vegano tomamos unas chorrillanas veganas, porque sin huevo no es lo mismo. La variedad de ensaladas tampoco era mayor, dos estilos de ensalada: la sencilla y tradicional o con falafel, y como somos de buen comer elegimos la de con falafel, cuanto más contundente mejor. Y por no quedarnos con hambre pedimos unas papas bravas, por si acaso. Todo para compartir entre todos. Para beber yo pedí un jugo natural, limonado. No resulto estar muy buena pero al menos era casera.



La comida tardó bastante en salir y eso que no había nadie más que nosotras y una pareja. Llegó casi todo a la vez, lo primero fue la ensalada, después las patatas y por último las chorrillanas. Todo tenía muy buena pinta, la presentación la verdad que era muy buena.

-          ¿Aquí es cuando empezó lo peor verdad?

Si, así es. Todo fue de mal en peor. Las patatas bravas fueron lo único bueno, aunque fuesen congeladas, fue lo mejor de toda la cena. Las falafel no estaban nada buena, sequísimas, pero lo demás de la ensalada estaba salvable. Cuando fuimos a comer la chorrillana nos dimos cuenta que no nos la sacaron con los huevos, se les olvidó. Así que tuvimos que volver a esperar hasta que se hicieran los huevos. Las patatas eran más pequeñas que las bravas y congeladas. Llevaban choclo y aceitunas negras, que en mi opinión no son una buena mezcla. Además había una cosa negra que estaba malísima, eso fue la gota que colmó el vaso. Las peores chorrillanas de todo el intercambio. No quisimos ni preguntar o que era lo negro. Apartamos todo lo negro, choco y aceitunas en otro plato para poder terminarlo todo.

A todo esto debo añadir que mientras estábamos comiendo los tres camareros que trabajaban esa noche como no tenían nada que hacer estuvieron delante nuestro mirando como comíamos, fue feísimos que hicieran eso, acabe casi enfadad, y no les dije nada por no montar el espectáculo.
            -Si en verdad razón no te falta, ¿y te acurdas cuanto fue?

Una ensalada, las patatas bravas, la decepcionante chorrillana, dos cervezas y tres jugos naturales 35.000. No es caro pero no volveré y supongo que tú tampoco. Por lo que se, los martes suele haber música en directo y para tomar unas chelas o jugos no está nada mal, pero para cenar no es buen logar. Una pena porque el local es bien bonito, pero la cocina no es de mi gusto.

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