La La Land: el musical del cual aprendí y me enamoré
Por Constanza González Lara
Tratándose de mí, una persona que no le gusta ver películas, es extraño decir que sí tengo una favorita y mucho más extraño resulta decir que pertenece a un género que nunca me ha convencido.
Todo se remonta a enero del 2017,
cuando mi hermana llegó a mi pieza y me mostró un trailer que hasta el día de
hoy me estremece. La música, los colores y el protagonista me enamoraron en
cosa de segundos. Yo ya había visto a Ryan Gosling en muchas películas antes,
de hecho me enamoré de él en la clásica “Diario de una pasión” y desde ese
entonces no lo deje de seguir. Es casi ley, película donde está él, estoy yo
viéndolo.
Así fue como una película logró, por
vez primera, enamorarme con tan solo el trailer. La la land me cautivó
desde los primeros segundos. Lo que más que llamaba la atención era la música
emotiva y las escenas que aún logran erizar mi piel. Además, para cuando yo
fui, ya se rumoreaba sobre las importantes nominaciones que enfrentaría el musical.
De seguro Damien Chazelle jamás imaginó cuánto impacto generaría su película,
la que logró alcanzar el récord de Titanic como la película con más
nominaciones a los Premios Oscar.
Siempre he sido fanática de las
películas románticas, de muy pequeña siempre han sido mis favoritas. Con el
tiempo, me fui decepcionando de ver siempre lo mismo, las típicas historias
clásicas de Hollywood, el típico amor romántico, los dramas exagerados y más,
entonces cuando fui al cine iba con un poco de miedo porque no quería encontrarme
nuevamente con algo ya conocido.
Recuerdo perfectamente que invité a
mi mejor amiga, prima y hermana, de las cuatro, solo a una le gustaban los
musicales, el resto sufríamos con la idea. En lo personal, nunca me ha gustado
que se combine la música con ciertos momentos que pasan los protagonistas,
porque me deja la sensación de que no puedo empatizar al cien con lo que estoy
viendo, por eso tal vez tampoco me gustan las películas de ciencia ficción.
Me senté, esperando no decepcionarme,
porque solo iba porque el trailer me había enamorado, no porque me gustaran los
musicales. Y claro, pasó que la película parte con una canción y yo estaba
sentada con cara de “¿qué hago acá viendo está ridiculez?” y veía la cara de mi
amiga y mi prima y estaban igual que yo. Durante casi un minuto sentí que no
debía estar allí, pero la puesta en escena, los bailarines y lo pegajosa y
bella que resulta ser Another day of sun, lograron encantarme y hacer que no despegara mi atención de la pantalla
durante todo lo que restó de película. Estaba enamorada, enamoradísima de lo
que veía y de lo que escuchaba. Es más, Another Day of sun está dentro de las canciones
que NO pueden faltar en mi Spotify.
(SOLO PARA QUIENES YA LA HAN VISTO)
Yo no voy a mentir, no voy a hablar
de que acá existe una trama en demasía original, porque no es así. Todo está
contextualizado en Los Ángeles actual, aunque con momentos bien extraños y
particulares, porque se mezcla con actitudes, vestuarios, colores y ambientes bien
clásicos y vintage. En este contexto,
los protagonistas, Ryan Gosling y Emma Stone, logran hacer que nos compremos
sus interpretaciones realmente humanas, que provocaron que empatizara con
ellos, que sintiera que perfectamente lo que ellos pasaban me podría pasar a
mí, a la persona de al lado o a cualquiera y eso debe ser lo que más me gustó
de las película, sentir que los personaje eran humanos y las situaciones que
vivían no estaban alejadas de mi realidad.
A estas alturas se podrán preguntar: "¿Pero de qué va verdaderamente la película?", de la típica chica,
ambiciosa, divertida, luchadora y perseverante, que buscaba cumplir su sueño mientras sobrevivía trabajando en una cafetería
ubicada dentro de los estudios de la Warner Bros. Ella quería ser actriz y por
ello, constantemente iba a audicionar y, aunque muchas veces fracasó, jamás dejó
de intentarlo. Ven, no hay nada original
en ello, quizás lo bonito y único, insisto, son las interpretaciones tan bien
logradas de Stone y lo humana que se demuestra al actuar, sobre todo en las escenas que está acompañada de bellas melodías,
canciones y momentos divertidos.
Paralelamente, se nos muestra la vida
de un joven pianista, que también lucha por cumplir un gran sueño, convertirse en propietario de su propio local de jazz. Acá también ocurre que mientras trata de
conseguirlo, se hunde en una vida común, donde sobrevive tocando en matrimonios
y eventos de ese tipo con un pequeño grupo. Nuevamente, nada fuera de lo
normal.
Después, entramos a ver como esta
pareja se comienza a enamorar. Nuevamente no vemos nada nuevo. Chica conoce a
chico, en primera instancia se detestan, pero luego se terminan amando. Lo bonito, es que no recae en esto del amor
romántico, tan típico de las películas de Hollywood. Vemos un amor de compañeros,
donde ambos, hasta cierto punto, se acompañan y dan ánimos para conseguir sus
objetivos. De aquí se aprende lo siguiente: quien está a tu lado debe convertirse en tu
soporte, con un amor que aliente y no detenga.
Quizás, quien más sufre en el intento
es Stone, quien debe ir haciendo frente a un montón de momentos que va pasando
su compañero cuando este tiene nuevas oportunidades para surgir. Ahí es cuando
la situación comienza a ponerse tensa y se nos empieza a romper el corazón.
Insisto, no porque ambos sean egoísta ni porque no quieran ver que uno surge y
el otro no, sino que era tanto el amor, que la una dejaba que el otro hiciera
lo suyo. El dolor de Stone denota de otra cosa.
El amor tan bonito que la película
nos va narrando a medida que avanzan las cuatro estaciones del año, se va
quebrando de a poco. Me quedé con la sensación de que el protagonista nunca
supo cómo lidiar con todo lo que la vida le iba poniendo en el camino y comenzó
a dejar a un lado el amor que sentía por su compañera y el apoyo tan bonito que
teníamos en un comienzo de a poco empieza a ser escaso.
Las escenas pasaban y yo más triste
me ponía, porque claro, de cierto modo una sabe que la vida es así, que hay
oportunidades que no se pueden desaprovechar, hay que tomarlas, hay que jugársela, hay que crecer, pero jamás
creí que eso llevaría a un notorio egoísmo por parte del protagonista, quien se
manda varias caídas en su actuar, sobre todo en las partes finales de la
película.
Hay algo que rescato y valoro enormemente. Ambos crearon un amor
libre, donde sabían cuáles eran sus propósitos y donde ninguno estaba dispuesto
a renunciar a ellos. Siguiendo está lógica, quizás se entiende el actuar de
Gosling, pero yo no lo justifico.
En un
momento, se produce un quiebre en la película y nos quedamos con la
sensación de: “Que bueno, se dio cuenta”, pero esto dura tan solo un par de
minutos, porque nuevamente vemos como el destino se encarga de obstaculizar la
vida de ambos.
Y así va pasando todo, hasta que
llega un momento en la película donde todo es sufrimiento, sobre todo para las
que somos más sensibles. Quienes ya la han visto saben de qué hablo. Son cerca
de 15 minutos donde solo se llora. Es que todo comienza con la triste melodía Epilogue y eso basta y sobra para emocionar. De ahí en adelante todo se
vuelve tan pero tan triste, que de solo recordar el final me emociono.
No puedo dejar de mencionar que pasa
algo realmente interesante con este desenlace. Es común salir del cine con la
sensación y la oportunidad de pensar en otro posible final, pero en La la land
está posibilidad no existe, porque se encargaron de plasmar ese otro posible
desenlace que por un momento te hace pensar que es el definitivo, pero cuando
te das cuenta que no, lloras con más ganas.
En el momento estaba tan enojada con
lo que estaba viendo, pero con el tiempo logré sacar a conclusión que si ese no
hubiese sido el final, la película simplemente no hubiese sido perfecta, porque
sí, es perfecta. De siempre he querido creer que ese posible final fue realmente lo que pasó por sus mentes en aquel encuentro.
Salí llorando del cine, mi prima y mi
mejor amiga también, siendo que ninguna quería ver un musical. Me subí al metro
y, sin mentir, seguía muy emocionada, incluso después llegué a buscar el
soundtrack y de solo escuchar la música nuevamente lloraba. Sí, puede sonar
loco, pero así fue, nos enamoramos completamente de la película , incluso, con
mi prima nos juntamos por primera vez a ver los Oscar, solo porque la película
estaba nominada. Ni contar como la sufrimos cuando vimos que se habían
equivocado al entregar el premio.
No lo dudo, es una de las películas
más hermosa que he visto y netamente porque es humana, es real, es realmente
conmovedora. Es más, me dejó con una sensación de “duda”, porque el final da
paso a que pensemos en sí lo que estás haciendo con tu vida, con tu relación es
o no lo correcto y eso es lo que más me dolía. La película te hace pensar en
“¿qué pasaría si en vez de haber tomado aquella decisión,hubieses tomado otra?”
y eso es lo que causó que mi corazón se estremeciera.
Hay momentos en nuestras vidas donde
algo rompe el patrón que llevamos y esto
termina siendo lo que marca nuestro
destino. Mientras más avanza la vida, pareciera que más queremos arreglar ciertos
momentos, tomar otras decisiones o simplemente querer saber qué hubiese pasado
si...
Eso me dejó La La Land, lecciones de vida y una lección bien bonita sobre el amor, a veces queremos mucho, entregamos mucho y pareciera ser que la persona que tenemos al lado es realmente la que queremos para vivir el resto de los días, porque ha demostrado ser,significar y estar en cada momento, pero solo entran en nuestra vida para ayudarnos,acompañarnos en ciertos procesos y permitirnos crecer. Lo importante siempre es recordar a quienes estuvieron contigo en los momentos más oscuros y te apoyaron en cada paso que te acercaba a tus sueños.
Eso me dejó La La Land, lecciones de vida y una lección bien bonita sobre el amor, a veces queremos mucho, entregamos mucho y pareciera ser que la persona que tenemos al lado es realmente la que queremos para vivir el resto de los días, porque ha demostrado ser,significar y estar en cada momento, pero solo entran en nuestra vida para ayudarnos,acompañarnos en ciertos procesos y permitirnos crecer. Lo importante siempre es recordar a quienes estuvieron contigo en los momentos más oscuros y te apoyaron en cada paso que te acercaba a tus sueños.
Para mí, La La Land merecía el Oscar
a mejor película y en realidad merece todos los reconocimientos, porque cada
vez que la veo me sigue emocionando tal como la primera vez.
Título original: La La Land
Año: 2016
Duración: 127 min.
Dirección: Damien Chazelle
País: Estados Unidos Estados Unidos
Género: Musical. Romance. Comedia. Drama | Drama romántico. Música. Jazz. Cine dentro del cine
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