La versión desteñida de Frida Khalo
Por Constanza González Lara
Soy una admiradora, desde siempre, de Frida Khalo. Admito que cuando tenía diez u once años la conocí porque una prima la tenía pegada en la muralla de su pared y estéticamente me pareció muy interesante, muy bonita.
Esta fue la fotografía que vi, hasta el día de hoy me enamora:
Pasó menos de un año desde ese descubrimiento y la artista se me fue apareciendo en muchos más momentos y,como siempre he sido bastante curiosa, comencé a investigar sobre quién era, qué hacía y porqué siempre vestía así.
Una vez que supe todo lo que tenía que saber, quería ser como ella, incluso intenté pintar, pero jamás me resultó. Quiero decir que en un principio mi admiración era más de “cabra chica” que busca un personaje para imitar, pero que este se fue profundizando con el pasar de los años y no quedó en una simple moda.
Las pinturas de Frida me enamoran, su arte, su originalidad, sus técnicas, el sentido de vivir, aunque muchas veces lo tuvo que hacer a duras penas, siempre buscaba una salida a sus dolores, y no hablo solamente de los físicos, los que plasmaba en sus más bellas y reconocidas obras. Frida fue una mujer que logró plasmar sus emociones de la forma más bella, que se expresó y dejó un legado de cada momento que remeció su alma y por ello la admiro.
Teniendo todo esto en mente, recién a los 18 años me atreví a ver la película que, se suponía, contaría la biografía de mi pintora favorita.De la mano de Julie Taymor nació esta película que en algún momento pensé que podría aportar algo nueva para mí o que simplemente me generaría más amor por ella, pero nada de eso sucedió.
Para cuando vi la película, ya habían pasado más de doce años desde su estreno en el cine. Yo sabía que podía verla en cualquier momento, puesto que estaba online, sin embargo, no me había atrevido simplemente porque gente cercana me había comentado que la película era un desastre, que no perdiera dos horas viéndola, que me iba a decepcionar y que simplemente era fome.
Teniendo todo esto en mente, un día de aquel verano del 2015 no tenía más que hacer y decidí verla, a pesar de todo lo que ya había escuchado alguna vez, esperando que no fuera tan así.
De partida, cuando vi a Salma Hayek interpretando a mi queridísima Frida Kahlo me molesté. No es nada personal contra ella, para nada, solo que su belleza no encaja con la belleza tan particular de Khalo, es más, en cuanto estética, la actriz con suerte luce el tan característico bigote de la artista y sus cejas son “bellamente” sutiles. Además, su actuación, en todo momento, me pareció demasiado exagerada, su interpretación demasiado de actriz de Hollywood, su homenaje demasiado fingido.
La película parte de una forma que yo no tolero. De partida nos encontramos con una Frida que está acostada en una cama que está siendo trasladada en una especie de camioneta. Para las que conocemos su historia, entendemos más o menos de qué va,entendemos que estamos viendo sus últimos días y nos quedamos con la sensación obvia que desde allí se hará un recuento para atrás sobre su historia, el típico truco hollywoodense de “les contaré como llegué a esto”.
Después de eso, todo va pasando muy rápido. Se van desarrollando y mostrando situaciones anecdóticas respecto a cómo la artista se desenvolvió con gran pasión y audacia, sin embargo, encontré que se quedaron cortos en cuanto a elementos, porque claro, quisieron plasmarla como todo el mundo la conoce: rebelde, original, profunda, intensa, pero cayeron tanto en lo cliché, que me quedé con la sensación de que la artista mexicana era y tuvo una vida mucho más interesante que la ofrecida en el film.
En un momento llegamos a la parte del accidente sin saber porqué Frida Khalo era como era, sin saber a profundidad más de su vida pasada antes de eso y, al menos a mí, que soy muy admiradora de ella, me choca que hayan querido plasmar que recién su vida comienza después del accidente y su tormentoso amor con Diego Rivera. Así se ve, se dedica muy poco tiempo a su vida previa a eso y si bien estos dos acontecimientos sí son relevantes en su vida, no son su vida entera.
A mí, que he peleado la vida tratando de desligar esa idea de pensar en Frida Khalo y asociarla de inmediato con una vida trágica por su accidente y por los engaños de Rivera, sentarme a ver como Julie Taymor se encargó de intensificar aún más esto y le entregó al público una película marcada de estereotipos, donde pareciera ser más una película de drama amoroso, de verdad me desagradó. La película me dejó con la sensación de querer seguir recalcando que Frida Kahlo NO es Diego Rivera, su vida y obra es mucho más valiosa que la relación tormentosa que tuvo con aquel hombre que nunca se encargó de asumir su responsabilidad amorosa.
Más allá de lo planteado, tras el suceso del accidente, la película nos va mostrando como el dolor, el sufrimiento y la lucha por superar los obstáculos, van marcando la vida y formando el carácter de la artista. Sin embargo y lamentablemente, debo volver a mencionar lo mismo, también nos toca ver, en demasía, la turbulenta relación de los dos pintores, dónde se nos muestra a una Frida que es incondicional y resistente a cada suceso de traición que Rivera efectúa. Así, se nos muestra a una protagonista que sufre, dónde su alma está siendo constantemente golpeada, pero ojo, que a ojos de Julie Taymor ella solo sufrió de amor.
En cuanto a las actuaciones, lo que más rescato de Salma Hayek fue lo bien lograda que estuvo la Frida más gozosa, con esto me refiero a que es bien sabido que la vida de la artista fue bien sufrida, sin embargo, había una luz que la caracterizaba y eso Hayek nos lo deja muy en claro, puesto que se muestra risueña, feliz, alegre, logrando transmitirnos que Khalo no se rindió frente a la vida, aunque esta estuviese empeñada en hacerla desgraciada.
En cuanto a los otros dos roles principales, no pude disfrutar de las actuaciones de Alfred Molina, como Diego Rivera o de Geoffrey Rush como Trotsky, porque todo me seguía pareciendo demasiado falso y exagerado. Una sobre-actuación por parte del elenco que, en serio, me dejaron con la sensación de que no se nos estaban ofreciendo actuaciones memorables, para una historia que sí lo merecía.
Después de ver esa película lo único que pensaba era: “¿Se imaginan a Frida Khalo mirando esta película? ¿Se imaginan lo insoportable que hubiese sido para ella verse en una mexicana, hablando en inglés pero en acento español?”, bueno, la verdad es que realmente hubiese sido horrible, yo creo que no habría llegado siquiera al final de la película.
Cuando terminé de verla, recuerdo que comencé a escribir una publicación en mi Facebook sobre lo “indignante” que me parecían este tipo de cosas, dónde nos vendían y llevaban engañados a ver algo tras calificarse como “biográficas”, cuando lo que realmente había terminado de ver era una dramatización de la vida amorosa de Khalo y Rivera. De haberlo sabido antes, no la hubiese visto.
Para quien resulta ser admiradora o admirador de Frida Khalo, posiblemente esta adaptación los deje con la misma sensación que me dejó a mí. Desde aquella película evito todo tipo de homenajes a mi artista favorita, puesto que aún tengo en mi cabeza la experiencia de esta película.
Ficha técnica
Dirección: Julie Taymor.
País: USA.Año: 2002.Duración: 120 min
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