Pizza con ají verde


Por José Ignacio Quezada


Son las 9 AM en la capital de la Región de Magallanes. El termómetro marca 9°, unos 20 grados más recibirán al Dani y su mamá, cuando arriben a Santiago para pasar la Navidad y Año Nuevo con su familia. Punta Arenas los despide con tímidas gotas que son imperceptibles desde la pequeña ventanilla del avión. Hace cinco años que no veo a mi amigo, desde que decidió tomar maletas e irse donde su padre, quien había sido destinado como funcionario profesional de FACH. En el colegio siempre fue bueno para ciencias, en especial el ramo de biología. Así que estudió Biología Marina en la U. de Magallanes.

Apenas llegó a la capital nos pusimos de acuerdo que el jueves saldríamos a tomar unas cervezas de calidad. Porque a la zona austral se le conoce por su buen gusto cervecero, especialmente por la calidad de sus aguas. Allá en el extremo sur, hacer panoramas al aire libre es complejo, dada las bajas temperaturas que cubren casi todo el año. Por lo que refugiarse en un bar que ofrezca cebadas artesanales magallánicas, acompañado de sabrosos   crudos, es lo más común entre la juventud puntarenense.

 Daniel Guerra o “Dani War” como le gustaba que le dijeran, alcanzó, antes de irse, a conocer “Trüf”, un bar estilo rockero que está justo en la intersección de Tobalaba con Avenida Larraín. Esquina caracterizada por ofrecer diversas opciones gastronómicas: comida japonesa, rápida e italiana. Yo, no había tenido la oportunidad de ir al Trüf, pero sí de haber escuchado de su amplia carta de cervezas, y que estas se actualizaban constantemente.

Mi amigo Dani pasó por mí a las 22:30, su abuelo le prestó la camioneta. Desde mi casa, no nos demoramos más de 15 minutos en llegar. Al tomar asiento, nos damos cuenta de que no había más que un par de mesas ocupadas. En la terraza se exhibía una pizarra grande que apuntaba las cervezas pinchadas del día. Nombres extraños y de todo de tipo: IPA, Imperial Stout, APA, Amber Ale, etc. Nos recibe un hombre de unos 45 años, pelo largo y una polera negra, de un grupo que desconozco. 

Tiene pinta de ser un experimentado catador de la milenaria bebida.

 Al parecer es el dueño, nos pregunta de inmediato qué vamos a pedir para tomar. Este es un local que se caracteriza por sus cervezas, por lo que no lo pesamos más. Yo pregunto por las IPAs que tiene. Me indica hay dos disponible: una de ají verde -que no pica, nos anticipa el hombre- y una IPA clásica de 9°. Le pido la de ají verde, que es de elaboración propia. El Dani pide la misma, a ambos nos parece curioso el ingrediente que tiene como base.



La cerveza tiene una amargura sutil, creo que le falta para ser una IPA. Aunque cumple con su objetivo de refrescar una calurosa noche de primavera. Al parecer, los autores querían destacar fuertemente su ingrediente exótico, por sobre la amargura de los lúpulos. En fin, creo que la cerveza tiene un retrogusto de un ají bien marcado, pero que no pica -como nos dijeron-, y sabe combinar perfectamente frescura y amargor.

Para acompañar los refrigerios que acabamos de pedir, una pizza a la piedra es la mejor elección que podemos hacer. El Dani ha estado evitando comer carne, y yo no como. Así que optamos por una de alcachofas, pimentón y palmitos. La verdad, es que estaba espectacular, los ingredientes frescos y en proporciones perfectas. Un queso que es generoso y suave, y para rematar: una masa fina y sabrosa.



Una velada perfecta recordar viejas historias y anécdotas de nuestros tiempos en el colegio. El Dani debe volver en enero, pero su cumpleaños lo celebrará acá, en Santiago. Tiene pensado comprar unos barriles de cerveza para los invitados, por lo que el dueño nos orienta cuál elegir, ya que debe ser un tipo de cebada que les guste a todos, es decir, más tradicional. Con estos consejos nos despedimos del bar de un bar que no defraudó.  

Ficha: 
Cerveza 500cc - $3300
Pizza grande vegetariana – $9.990

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