"No se aceptan devoluciones", el film en medio del carrete





¿No les ha pasado que llega alguien y te impone una película asumiendo que vas a llorar con ella?, te lo cuentan como el film más triste de la vida, hasta te genera cierta intriga verla, y lo peor, te haces el fuerte para no caer en las lágrimas. Algo así me ocurrió con esta película.

Caía la noche, era un día de verano en la casa de mi prima, la piscina estaba instalada y nos reunimos como solíamos hacerlo, siempre fuimos muy unidos como primos. El agua estaba congelada, los trajes de baños puestos, las ganas de pasarlo bien, las cervezas en su máximo esplendor, muchos cigarrillos y también nos acompañaba el infaltable Santa Helena con Kem piña.

Todo marchaba de maravillas hasta que, tipo tres de la mañana uno de mis primos comienza a conversar de las películas más tristes que hayamos visto en el último tiempo. Lo único que se venía a mi cabeza era Titanic, hasta el momento, el único film por el que había derramado una lagrima. Pero cuando comenzaron a nombrar rodajes tristes, me sentí tan poderosa y sin corazón, porque ninguno de ellos me había dado pena, por el contrario, muchos de ellos me parecían aburridos.

Mi primo no aguantó mi desinterés por la película que me estaba ofreciendo y asumió que lloraría con ella, prácticamente, obligándome a verla. Nos salimos de la piscina y con el mismo celular, los cinco que estábamos compartiendo, ya un poco ebrios y alocados, nos sentamos en traje de baño, mojados y con toallas a ver tal película.

Nombrada “No se aceptan devoluciones”, por su director, que a su vez es el personaje principal de la historia, Eugenio Derbez. La película cuenta la historia de Valentín, un hombre al que le gusta mucho las mujeres, la fiesta y el alcohol, viviendo la vida al límite en su departamento de soltero, ubicado frente a una playa de México. Un día, una de las tantas mujeres con quien habría estado Valentín llega a su casa con una pequeña niña llamada Maggie, asumiendo que él era su padre. Un golpe bajo para un hombre al que le gusta y ama su libertad.




La mujer, fue a pagar el auto y nunca más volvió. Asumiré que estaba viendo la película con la intención de no llorar, no me importaba que tan triste podía ser la historia, nada me haría derramar alguna lagrima de mi ser. A medida que trasciende la historia, Maggie y Valentín viven una vida bastante feliz, el joven padre cuidó desde pequeña a su hija consintiéndola en todo lo que ella quisiera, amando incondicionalmente  a su hija, pues en la película se asume que Valentín tenía alguna enfermedad y que pronto moriría.

La pequeña Maggie creció siendo una niña alegre, nunca le faltó nada, su padre se desvivió por ella, era lo que comentaba mi primo a la mitad de la película. Yo por mi parte me mantuve en todo momento firme, de hecho, hasta me preguntaba en que parte había que llorar porque la película más que triste, es bonita y deja entre ver una realidad bastante conmovedora entre un padre y una hija.

Lo puntual es que, dentro de mi estado de ebriedad leve y la de mis primos, mis sentidos se encontraban menos desarrollados, y parece que el desenlace del film si me estaba causando algo, cosa que rara vez me pasa con las películas. Pero este rodaje en sí, tiene un final tan poco predecible, que de verdad se me apretó la garganta.




La historia llegaba a su final y mis primos con toda la seguridad del mundo asumían que yo estaría llorando a mares, cosa que no paso. Pero ahora que estoy contando la verdad, asumiré que me moría de ganas por llorar, mi pecho estaba totalmente apretado. El final de verdad me conmovió, creo que el personaje de Valentín es tan simpático y querible que me encariñé durante la historia y no pude salir de ahí.

No obstante, mis primos jamás supieron que al otro día llegué a mi casa a verla y lloré como nunca había llorado antes en mi vida. Es una película que, tal vez, no cuenta con las mejores grabaciones, ni la mejor trama, pero sus personajes y la historia con un final inesperado te cautivan. La recomiendo totalmente, pero jamás en un carrete como lo hice yo. A fin de cuentas, mi primo tenía razón, pero no sé la di, no lloré frente a él.


Por Paula García








Ficha Técnica

Dirección: Eugenio Derbez
País: México
Género: Comedia, drama
Duración: 115 minutos

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