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Mostrando entradas de diciembre, 2018

El casete navideño

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Por: Carolina Velásquez Antiguamente, apenas empezaba noviembre, en mi casa se desempolvaba un viejo casete. Era bien simple, su etiqueta decía “Navidad”, con comillas incluidas. Nunca supe de dónde salió, porque no era original, era más bien un compilado de música navideña en inglés y español. Milagrosamente, en mi última visita a la casa de mi papás, encontr e﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ta a la casa de mi papmi ueta decviejo casette con una etiqueta que año, ron el cobro pero me cancelaron el pedido. la é la dichosa grabación. Digo de milagro porque, francamente, ¿quién sigue usando casetes en pleno siglo 21? Siguiente paso, busqué algunas de las canciones en Spotify e hice una lista con las más destacadas de este compilado. Partiré con la pieza que más recuerdo. “El Pequeño Tamborilero” interpretada por Raphael de España. Sea quien sea que la cante, se trata de uno de los clásicos navideños por excelencia, pero ninguno se acercará jamás a la soberbia actuación del llamado

Cocinando con mamá: Lasaña a la mamatete.

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Por: Juan Cristóbal Arredondo. Mi mamá nunca se ha declarado una buena cocinera, de hecho, ni siquiera se jacta de tener buena mano para satisfacer el paladar de los demás, sin embargo, de algo estoy seguro: nadie, en ninguna parte, cocina una lasaña tan perfecta como la de ella. El año se está acabando y la última comida no podía ser otra. Luego de debatirlo por unos quince minutos, llegamos a la conclusión siguiente: el último almuerzo del año sería lasaña, lasaña comandada por mi mamá y secundada por nosotros; mi papá y yo (mi hermano en algo habría de meter la tarasca). No sé qué tanto se pueda comentar de la preparación, ya que en mi afán por evitar que se escapen demasiados detalles termino cayendo en el aburrimiento. No es la idea. No quiero ser nada más que un vendaval de letras tediosas y descripciones forzadas. Así que mejor, vamos a lo que vinimos: ¿qué tan rica quedó la lasaña?, ¿qué tanto ayudó el ambiente generado en la degustación del almuerzo?, ¿cómo f

Un pan de pascua personalizado

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Desde que tengo memoria, veo el pan de pascua con un cariño medio extraño. Me encanta el sabor del queque mezclado con las nueces y las frutas confitadas, pero cada vez que me como un pedazo, tengo que realizarle una minuciosa cirugía quitándole las pasas, porque el rechazo a estas viene desde la cuna. No conozco a ninguna persona que se deleite con todos los ingredientes del pan de pascua, están los mañosos que le sacan todo lo que se pueda sacar -¿por qué no se comen un queque y se evitan destruir el pancito?-. Bueno, tampoco soy completamente inocente, pero hay gente que se pasa. Mi familia no está exenta de este delito, por lo que mi madre se empeñó en hacerle el gusto a todos e hizo tres diferentes preparaciones de la clásica comida navideña. Para uno de mis hermanos hizo un pan de pascua con nueces, almendras y chips de chocolate -qué clase de pan de pascua es este-. Para mi otro hermano elaboró uno con todos sus ingredientes correspondientes y para mí, confeccionó un

El peor cola de mono de mi vida

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 El peor cola de mono de mi vida Cada navidad que he vivido la he recordado por la unión familiar, la carne mechada de mi abuela, las papas duquesas de mi mamá, las ensaladas de mis tíos, los litros y litros de bebida que sobran luego de estas fiestas. Hasta me atrevería a decir que los regalos pasan a segundo plano, no es de mal agradecido, pero desde pequeño he valorado un poco más la comida que los obsequios. Ninguna de las cosas que mencioné anteriormente faltó en todas las navidades que viví en casa de mis abuelos, y por supuesto, otra cosa que nunca faltó tampoco, fue la maravillosa, “Cola de mono”.  Este maravilloso trago es quizás, mi favorito, desde pequeño que lo he disfrutado y amado, hasta siento que sea injusto que sólo en esta época del año se beba. Obviamente, cuando pequeño nunca lo bebí con alcohol, en mi familia se acostumbraban a preparar cola de mono para los niños y otro para los adultos. ¿La diferencia? Uno tenía alcohol, y el otro no. Así de simple. P

Perreando con Jeff Buckley

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Por Irma Fernández Empezó el verano y está soleado, pero cierro los ojos y pienso en el invierno, invierno del 2012 más o menos, cuando lo emo no me cabía en el cuerpo y cada vez que iba en un auto mientras llovía pensaba que estaba siendo grabada para alguna película o videoclip de mi triste y solitaria vida. ¿Por qué tanta melancolía? Porque hoy los astros conspiraron para que sin querer cambiara I Want to Break Free, de Queen. Spotify decidió trollearme, porque le dieron ganas de cambiar mi mood de estresada y neurótica por fin de semestre, por Jeff Buckley y no cualquier Jeff Buckley sino el que canta I Know It’s Over. Como si The Smiths no fuera ya bastante tristeza para jóvenes aparece este cover, de la persona con el mayor nivel de depresión endógena del planeta, y me canta a mí, la persona más susceptible del planeta. Efecto inmediato, la tristeza del primer amor. Y no es que sea tan vieja para conocer este tema desde su lanzamiento en el 86’ por la banda británic

Litlle Caesars Palace, las pizzas de las tres B

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Litlle Caesars Palace, las pizzas de las tres B Siempre he sido un fiel seguidor de la gastronomía italiana (exceptuando la lasaña), de hecho, mi comida preferida son los tallarines con salsa de tomate, bien chilenizados eso sí. Por lo tanto, la pizza me fascina, es de mis comidas favoritas. Puedo decir que probado muchas pizzas distintas, de distintos tipos y sabores, con diversos condimentos e ingredientes, entre ellos, la piña. Él único pero que siempre ha tenido este sabroso gusto, es el elevado precio que tiene comer una pizza agradable, de buen sabor y que te deje con ganas de volver a comer una.  Explorando opciones junto a Francisca, mi pareja,   recibimos la recomendación de un amigo nuestro, que nos dijo que cerca de su universidad había un local nuevo de pizzas, que eran muy buenas y baratas. “No se diga más”, le dije a Francisca. Emprendimos el rumbo hacia el Metro San Joaquín, de la Línea 5.  Al llegar al metro, caminamos menos de cinco minutos y llegamos a